Ni si quiera lo pienses,
aunque la violencia de hacerlo te congele el rostro,
donde hay un latido de colágeno en nuestras sensaciones,
las que compartimos sin temor a volvernos más que uno.
Esto no tiene sentido.
Sin importar que el tintineo de tus agujas
desvista la necesidad de perderte en la piscina de champaña.
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